Seguro que algunos conoceréis la Fundación Educativa James Randi, ofrece un premio de 1.000.000$ a cualquier persona que, bajo condiciones experimentales rigurosas, demuestre cualquier tipo de poder paranormal. Desde que se estableció el premio en 1964, cuando una medium retó a su creador a “respaldar con dinero sus palabras”, nadie ha logrado ganarlo. Nadie ha sido capaz de demostrar ningún tipo de fenómeno paranormal.
El Asombroso Randi, o Randall James Hamilton Zwinge, fue un famoso ilusionista que protagonizaba espectáculos de escapismo en la televisión de los años 50. Se interesó por el estudio de los fenómenos paranormales aplicando una metodología rigurosa y se hizo famoso en los años 70 por desenmascarar a Uri Geller, ese mago con mirada penetrante que doblaba cucharas. Randi lo acusó de fingir que tenía poderes paranormales en lugar de decir la verdad: que era un ilusionista, exactamente igual que él, y se encargó de explicar todos y cada uno de sus trucos en un vídeo mítico que os dejo aquí.
La teoría de atracción no es solo falaz, además es contraproducente, las personas no pueden controlar qué creen y qué no, de modo que, en lugar de motivar, la falta de control puede provocar frustración y estrés. En definitiva se trata de otro timo pseudopsicológico. Hay un montón de personas serias que se dedican a la consultoría de competencias y/o dirección, pero también hay muchísima pseudociencia completamente institucionalizada.
Otro ejemplo, en este caso aún más conocido es Emilio Duró. En una de sus charlas más famosas, presenta un supuesto experimento en el que la estructura de los cristales de hielo se veía modificada por las emociones de las personas que estaban cerca (min 1.30)... Y dice que se trata de un efecto de la física cuántica!!
A Duró hay que reconocerle que es un gran comunicador. Es un tipo divertido que derrocha experiencia cuando habla de la realidad de las empresas, pero en su charla se inventa una tras otra todas las estadísticas que ofrece sin aportar ni una sola referencia. Y para terminar cierra con este famoso experimento pseudocientífico.
En realidad, creo que se trata más una cuestión de formación científica que de mala fe. Dice lo que dice porque le funciona, le pagan y nadie se ha molestado en contradecirle adecuadamente.
El problema no son solo estos "conferenciantes" pseudocientíficos, se trata de una situación compleja en la que se mezcla la necesidad de crear mensajes impactantes en 20 minutos de charla con una extendida falta de cultura científica en el mundo de la empresa. No se trata solo de saber biología o física cuántica, se trata de mantener un espíritu crítico respecto a las opiniones y de referenciar adecuadamente los datos usados para que puedar ser comprobados.
Desde mi punto de vista, la principal aportación que puede hacer la ciencia a la empresa es mostrar la discusión como una actividad constructiva y creadora... Para lograrlo hacen falta herramientas de manejo de información y algo de entrenamiento para los equipos y directivos.
En las empresas no tengo más remedio que fiarme de mi análisis subjetivo y trabajar sobre extrapolaciones, con los problemas que ello conlleva. Seguro que yo también sufro el sesgo de confirmación y otras deformaciones cognitivas, pero es nuestra responsabilidad profesional esforzarnos por ofrecer un mínimo de rigurosidad y coherencia con el conocimiento científicamente obtenido.
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Un tiempo después de escribir este post leí “El mundo y sus demonios” de Sagan, Carl:
El Asombroso Randi, o Randall James Hamilton Zwinge, fue un famoso ilusionista que protagonizaba espectáculos de escapismo en la televisión de los años 50. Se interesó por el estudio de los fenómenos paranormales aplicando una metodología rigurosa y se hizo famoso en los años 70 por desenmascarar a Uri Geller, ese mago con mirada penetrante que doblaba cucharas. Randi lo acusó de fingir que tenía poderes paranormales en lugar de decir la verdad: que era un ilusionista, exactamente igual que él, y se encargó de explicar todos y cada uno de sus trucos en un vídeo mítico que os dejo aquí.
Pero Uri Geller no solo doblaba cucharas, aseguraba que si la gente de sus casas lo deseaba de verdad se arreglarían los electrodomésticos y relojes rotos que tuviesen (min 5.25)
He recordado este vídeo al encontrarme con la página de F. Alcaide, uno de esos gurus que hablan de liderazgo, éxito y excelencia... Vamos a ver algunas frases de su artículo "El Lenguaje del Universo"*:
– El Universo refleja en todo momento lo que tú irradias. Es un autorretrato de ti mismo.
- La Ley de Atracción no responde a lo que quieres o no quieres, sino a lo que te concentras. En lo que te concentras, se expande.
- La enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma; entre la vida que llevas y tu esencia, lo que eres.
¿Lo pilláis, no? El universo devuelve lo que tú deseas de verdad, ... el problema de los que no consiguen el éxito es que no lo desean suficiente... y por lo tanto no lo merecen. No se queda ahí, el siguiente post desarrolla aún más la idea, su título lo dice todo: "No basta con querer, hay que creer" ... ¿Os suena? ¿Tengo un reloj roto, creéis que se arreglará si lo deseo suficiente o tiene que decirlo personalmente Uri Geller?
Está claro, la consultoría de empresas no es un proceso 100% científico y no se le puede exigir por ahora un grado rigor como el que se maneja en la investigación científica. Sin embargo, es el mundo de lo que se ha llamado "management", hay un grupo de gurus que, no solo imparten lecciones sin base probada sino que elevan las teorías pseudocientíficas a la ciencia de la práctica empresarial. Sus lecciones de la formación para directivos están muy extendidas y se imparten en masters y escuelas de negocio.
La teoría de atracción no es solo falaz, además es contraproducente, las personas no pueden controlar qué creen y qué no, de modo que, en lugar de motivar, la falta de control puede provocar frustración y estrés. En definitiva se trata de otro timo pseudopsicológico. Hay un montón de personas serias que se dedican a la consultoría de competencias y/o dirección, pero también hay muchísima pseudociencia completamente institucionalizada.
Otro ejemplo, en este caso aún más conocido es Emilio Duró. En una de sus charlas más famosas, presenta un supuesto experimento en el que la estructura de los cristales de hielo se veía modificada por las emociones de las personas que estaban cerca (min 1.30)... Y dice que se trata de un efecto de la física cuántica!!
El supuesto cientifico del que habla es Masaru Emoto, al que la Fundación James Randi ofreció publicamente en 2003 su premio si sus resultados podían repetirse en otro laboratorio y condiciones controladas... pero claro... James Randi sabe con quien apostar :)
A Duró hay que reconocerle que es un gran comunicador. Es un tipo divertido que derrocha experiencia cuando habla de la realidad de las empresas, pero en su charla se inventa una tras otra todas las estadísticas que ofrece sin aportar ni una sola referencia. Y para terminar cierra con este famoso experimento pseudocientífico.
En realidad, creo que se trata más una cuestión de formación científica que de mala fe. Dice lo que dice porque le funciona, le pagan y nadie se ha molestado en contradecirle adecuadamente.
El problema no son solo estos "conferenciantes" pseudocientíficos, se trata de una situación compleja en la que se mezcla la necesidad de crear mensajes impactantes en 20 minutos de charla con una extendida falta de cultura científica en el mundo de la empresa. No se trata solo de saber biología o física cuántica, se trata de mantener un espíritu crítico respecto a las opiniones y de referenciar adecuadamente los datos usados para que puedar ser comprobados.
Desde mi punto de vista, la principal aportación que puede hacer la ciencia a la empresa es mostrar la discusión como una actividad constructiva y creadora... Para lograrlo hacen falta herramientas de manejo de información y algo de entrenamiento para los equipos y directivos.
Repito, ni se me ocurriría querer dar la impresión de que la consultoría y la formación en competencias mantiene la rigurosidad de las publicaciones científicas, es imposible. No hay mucha documentación sobre dirección de personas que cumpla los mínimos científicos pero a cambio, los resultados de tu trabajo son visibles y aportan un feedback que, a la espera de mejorar la capacidad predictiva de la psicología y la neurobiología, es lo único que tenemos para ofrecer ayuda a las personas que trabajan con otras personas.
En las empresas no tengo más remedio que fiarme de mi análisis subjetivo y trabajar sobre extrapolaciones, con los problemas que ello conlleva. Seguro que yo también sufro el sesgo de confirmación y otras deformaciones cognitivas, pero es nuestra responsabilidad profesional esforzarnos por ofrecer un mínimo de rigurosidad y coherencia con el conocimiento científicamente obtenido.
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Un tiempo después de escribir este post leí “El mundo y sus demonios” de Sagan, Carl:
"En el corazón de alguna pseudociencia (y también de alguna religión antigua o de la «Nueva Era») se encuentra la idea de que el deseo lo convierte casi todo en realidad”.
* Permitidme que no lo linke, ya sabéis, buscáis en google: Francisco Alcaide "El Lenguaje del Universo". Por cierto, conocí el artículo por @JesusCoach
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Hmmmm. Cosechando amigos ;-)
ResponderEliminarNada de lo que digas hará cambiar de opinión a alguién que tiene fe. Porque es fe lo que consiguen autores del tipo Allen Carr, Wayne Dyer o Rhonda Byrne. El mismo fenómeno que hace que legiones de personas visiten Europa persiguiendo los lugares marcados en "El código Da Vinci", o que cientos de brasileños recorran el Camino de Santiago haciendo los ejercicios espirituales detallados por Coehlo. El presidente de los EEUU responde a preguntas sobre extraterrestres, un maya de hace 700 años tiene más poder que cualquier doctorado en astronomía y todos los periódicos tienen su horóscopo. Creer en lo que nos convence y sospechar inmediatamente de todo lo demás es una necesidad humana.
Algún día descubriremos qué conexiones cerebrales nos impulsan a creer en lo trascendente. Justo ahí, en ese mismo instante, nos inventaremos otra excusa para negar el hecho de que somos pequeños, muy pequeños, insignificantes.
Ni tu vencerás a Alcaide, ni Pérez Reverte a Cohelo, ni Randy a la homeopatía. Tampoco Carl Sagan pudo vencer a los astrónomos mayas o egipcios. Ni siquiera a Nostradamus.
Jejeje, se trata de denunciar una serie de problemas que tiene el sistema de formación.
ResponderEliminarEstoy seguro de que hay un montón de gente que después de ver esas cosas no se les ocurriría gastar ni un minuto de su tiempo en aprender porque, igual que a mí, le parece pura charlataneria.
En España las empresas no gastan más del 50% de dinero de bonificada que tienen, ... mi competencia no son las empresas que lo hacen bien sino aquellas que no aportan nada y hacen que formarse carezca de interés.
No pretendo convertir esto en una guerra con nadie, solo dejar claro que hay personas que nos dedicamos a la consultoría y a la formación que podemos aportar un punto de vista riguroso y con las que puede merecer la pena trabajar :)
Escribir es buena terapia para descargar el estrés o como decimos en mi tierra "la mala sangre".
ResponderEliminarEntiendo tu punto de vista y comparto el rechazo que te produce la falta de rigor cintífico en las charlas de estos personajes a los que denominas charlatanes, y de un charlatán no puedes esperar ese rigor que defiendes cargado de razón.
La virtud principal del charlatán es el don de palabra para embaucar a su audiencia. Aunque si te soy cincera a Emilio Duró me costó mucho seguirlo cuando lo tuve de cuerpo presente, y no es que yo tenga problemas auditivos, no, es que habla tan rápido y vocaliza tan mal, que la mitad de las palabras las tuve que deducir.
Mi querido Juanjo, desde que el mundo es mundo, siempre ha existido el oportunista que basándose en su experiencia vital, -la cual de tanto repetirla por los escenarios, al final termina por ser como la obra de Shakespeare "Mucho ruido y pocas nueces" y nada que ver con lo que fue, - se alzan y ocupan un lugar en la sociedad, rodeándose de un público que les importa un carajo si las estadísticas y porcentajes científicos que da son de rigor o no, por que en esos momentos el espectador lo único que ve es a un señor que se mueve por el escenario con su verborrea hipnótica, impresionado por que le está diciendo lo que ellos ya saben, pero que no viene mal que alguien se lo recurde, y si además enfatiza gesticulando tal que si fuera un predicador de la Iglesia afroamericana, marcando los silencios teatrales para decirte ¡VIVE! ¡QUIERETE! ¡TEN ILUSION!, no me negarás que al público le da un subidón marihuano alucinante.
Antiguamente jugaban con la ventaja de que el populacho adolecía de cultura. Hoy en día su público.......?????
Pon tu la respuesta.
Hola, Isabel!!
ResponderEliminarLa verdad es que no intentaba tanto desahogarme, sino llamar la atención sobre lo que ocurre y que considero un problema. Se trata de evitar ese dicho de "entre superhéroes no nos pisamos la capa". No puedo pretender que las cosas mejores si no hago nada para que ocurra, al menos dar mi opinión en público.
Como siempre, o casi siempre ;) aportas una visión muy real de lo que ocurre y de por qué las personas siguen escuchando este tipo de mensajes. De hecho te robaré la expresión: "subidón marihuano".
El único problema es que, como pasa con la marihuana, su efecto puede ser agradable, pero igual no es la mejor estrategia para entrentarse al día a día... Y es importante que alguien diga eso.
Por último, solo para aclarar la cuestión, no he querido faltar el respeto llamando charlatán a nadie, solo he etiquetado ciertos comportamientos como pura charlatanería.
Un beso gordo!!
El problema no es que la orientación científica de determinadas prácticas formativas psicosociales sea dudosa, es que los presupuestos son rigurosamente new age, orientalistas, hipis, cuando no delirante producto de fases maníacas en individuos bipolares convertidos en coaches y gurus o simpáticos comerciales metidos a consultores de la mente.
ResponderEliminarCon unos principios relativistas, constructivistas y voluntaristas sólo puede construirse un bodrio de edificio como el que se nos ha venido encima.
Ánimo en tu tarea, Juanjo.
Muchas gracias por los ánimos, Santiago!!
EliminarEs un tema complicado, como dices el movimiento new age tiene mucha fuerza en el mundo de la formación empresarial, en el que además encuentra un terreno abonado por la falta de cultura de crítica y discusión.
El ejemplo más claro de esto es el propio, Steve Jobs, ascendido a gurú y profeta de la empresa, sus explicaciones están llenas de razonamientos dudosos y explicaciones a posteriori... como dijo Sagan, hay que tener la mente abierta pero no tanto como para que se te caiga el cerebro :)
Buenas Juanjo.
EliminarPor desgracia, que estos motivadores se equivoquen o no sinceramente o vilmente acaba resultando anecdótico.
Bajo estas charlas, por lo general, subyacen tres ideas muy fuertes que benefician a la ideología de la empresa (de cualquier empresa):
1- No intentes cambiar el mundo, no te quejes, no creas que el fallo está en el sistema o en la organización: el problema y la solución eres tú mismo. ¿No te gusta tu trabajo? Vete. ¿No logras tus deseos? Mejora. ¿Quieres mejorar? Trabaja más y mejor.
2- Como consecuencia de lo primero, se rompe todo vínculo comunitario o (perdón por tan fea palabra) sindicalista. En el sentido de que tus compañeros de trabajo, o tus amigos, o los demás en general, no son sino individuos tan aislados como tú, y tan responsables de su éxito y de su fracaso como tú. Nunca te dicen que entre dos, o entre trescientos, se pueden cambiar quizá las condiciones laborales o vitales que a uno le oprimen.
3- Esto introduce la competencia personal como base de la sociedad, que es de lo que se trata. Están los fracasados y los triunfadores. Y solo se triunfa alzándose sobre los demás, siendo uno el mejor gestor de uno mismo. Igual que se gestionan las empresas.
Como es obvio, estas tres ideas generan una psicología de la sumisión, porque la culpa de la infelicidad del individuo SIEMPRE recae sobre él. Es un bloqueador de lamentaciones, de intereses comunes desinteresados y de críticas.
Las que pagan por estos cursos suelen ser, por supuesto, las empresas. Y ahí están luego los libros de auto-ayuda para rematar la faena.
Por eso importa poco la honestidad del coach o del management. El mensaje que transmiten, sea honesto o no, crean en él o no, den datos ciertos o no, es de por sí un potente creado de ideología.
El efecto que tienen estas charlas sobre la desunión social es brutal. Se puede ver cómo cala en el desprecio habitual hacia los que fracasan, que en vez de recibir la habitual compasión, son responsables por su fracaso: o sea, culpables.
A mi juicio, es bastante más profundamente siniestro de lo que parece. Pues anula conceptos como la solidaridad suscitando en el sujeto el miedo a su fracaso personal, o el anhelo de mejora, al mismo tiempo que considera intocable cualquier tornillo del sistema.
Lo dicho: ideología de la docilidad.
Un saludo y gracias, Juanjo.